Una sublevación en los cielos

Una pregunta incómoda

Hemos estado hablando de los dioses de Babilonia, y lo hemos hecho como si diéramos por descontado que éstos existieran. Esa es, desde luego, la premisa sobre la que se basa mi novela “Anunit y el dios sin rostro”. Pero, quizá, también me conoces y sabes que yo soy cristiano, un pastor, nada menos. Por lo tanto, uniendo todo, quizá hayas leído alguno de mis anteriores posts y te hayas hecho una pregunta incómoda: “¿cómo puede un pastor hablar de otros dioses como si fueran reales, si la Biblia afirma que solo hay un Dios verdadero?” ¿No afirma la Biblia el monoteísmo y, por lo tanto, niega la existencia de otros dioses?

¿Existen otros dioses?

Bueno, la verdad es que la respuesta a esa pregunta es una de las bases para comprender el mundo que presento en mi novela. Y es que, señoras y señores, en efecto, la Biblia afirma la existencia de otros dioses.

¿Eso quiere decir que he dejado de ser monoteísta? Para nada. Puedo afirmar, junto con el resto de los cristianos y los judíos, el famoso credo: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es” (Deuteronomio 6:4). No hay nadie como el Dios creador, nadie como el Altísimo. Aun así, tampoco podemos negar textos como el salmo 82:1, en el que se afirma que “Dios preside el consejo celestial; entre los dioses dicta sentencia” (NVI).1 Aquí está hablando de un consejo o concilio de dioses, en medio del cual el Dios bíblico preside o tiene una posición de preeminencia, hasta el punto de ser quien dicta sentencia.

Además, Daniel 10:13, 20, entreabre una cortina al mundo espiritual. Allí, el ángel Gabriel afirma que hay una entidad espiritual, a la que llama “Príncipe de Persia”, que lo ha secuestrado durante un tiempo, y tuvo que venir el ángel Miguel a ayudarlo y rescatarlo. Además, habla del “Príncipe de Grecia”. Es obvio que no habla de reyes humanos, porque ningún poder tendrían estos para secuestrar a un ángel. Habla de entidades espirituales que tienen dominio sobre naciones. Es decir, lo mismo que mencionábamos el otro día que ocurría con los dioses de Babilonia.

Así pues, estos “dioses” son entidades que, lejos de negar su existencia, la Biblia la afirma. Además, afirma su autoridad. En Deuteronomio 32:8-9, pone: “cuando el Altísimo asignó territorios a las naciones, cuando dividió a la raza humana, fijó los límites de los pueblos según el número de su corte celestial” (NTV).2 Es decir, Dios asignó naciones al cuidado de cada una de estas entidades espirituales, a las que llama “dioses”.3

La rebelión de los dioses

El problema es que estas entidades espirituales se pervirtieron y fueron en contra de su Creador. Esta corrupción se aprecia en textos como el Salmo 82, donde Dios juzga a los “dioses” por su injusticia, y en Éxodo 12:12, donde los actos del Dios de Israel contra Egipto se describen como “juicios” contra los dioses egipcios. La raíz de esta rebelión es el abandono de su posición de servicio y el afán de recibir la adoración que solo le corresponde al Altísimo, un conflicto espiritual que desemboca en la “guerra de los dioses” contra el Creador y que, según la Biblia, atraviesa toda la historia de la humanidad.

Tenemos, por lo tanto, no solamente una guerra entre los dioses de Babilonia, los de Egipto, los de Asiria y los del resto de las naciones, sino una rebelión de todos y cada uno de ellos contra el Dios Creador y que se ha revelado en la Biblia.

Esta guerra es la base espiritual donde se desarrollará mi novela “Anunit y el dios sin rostro”, así como todos los libros que vendrán. Porque, creedlo, el conflicto entre el Dios creador y los “dioses del Sinar” no ha hecho más que comenzar. En los próximos días, se abrirá la preventa de “Anunit y el dios sin rostro”, y vendrá con muchas sorpresas. ¡No te lo pierdas, no te arrepentirás!


1Aunque algunas traducciones de la Biblia no dicen la palabra “dioses”, la palabra en hebreo es inequívoca, está hablando de Dioses (“Èlohim”).

2Así es como aparece en los manuscritos más antiguos y fiables. La traducción “según el número de los hijos de Israel” no tiene base textual ni lógica. Aquí está hablando del evento de la división de las naciones en tiempos de la torre de Babel, cuando Israel ni siquiera existía.

3Para más información, puedes leer el libro de Michael Heiser, El mundo invisible (Editorial Tesoro Bíblico, 2019).

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