Bienvenido a Sinar
Aquí empieza el viaje.
No uno geográfico. Uno más antiguo.
Uno que atraviesa piel, memoria y espíritu.
Un descenso a las aguas oscuras del abismo.
Un caminar por desiertos teñidos de sangre.
Una tierra donde los dioses esclavizan hombres
y una voz invisible, serena e implacable destroza cadenas que parecían ineludibles.
Sinar no es solo un mundo perdido. Es una herida abierta en la historia.
Es la cuna de imperios y de traiciones.
Es un campo de batalla donde la lealtad, la sangre y la fe se entrelazan con nombres olvidados.
Aquí no encontrarás respuestas fáciles. Estas historias no vienen a explicarte el mundo. Vienen a hacerlo morir. No están aquí para confirmar tu fe, sino para sacudirla de su quietud. No buscan consolarte ni gustarte. Buscan derrumbar tu mundo, para que, entre los escombros, halles la Verdad.
Este es el lugar donde nace Anunit. Y con ella, un universo entero en expansión.
Una saga entretejida por un solo latido: la guerra cósmica de Sinar.
Prepárate para entrar.
No saldrás intacto.
Anunit y el dios sin rostro
Anunit ha sido marcada por la diosa Ishtar desde niña. En un templo donde las sacerdotisas son recipientes vivos del culto más oscuro, ella sirve como esclava sagrada, convencida de que su dolor tiene un propósito. Pero todo cambia cuando una voz olvidada la llama por su nombre en sueños.
Perseguida por fanáticos, traicionada por sus mentores, y condenada a ser sacrificada, Anunit escapa hacia el desierto en busca del dios sin rostro: una deidad silenciosa que no exige nada… y lo ofrece todo.
Este es el inicio de una guerra cósmica, donde los dioses no son metáforas y la fe no es refugio sino campo de batalla. Acompaña a Anunit a través de la herida abierta que es Sinar, en el primer estallido de una saga que no viene a explicarte el mundo, sino a destrozarlo para que encuentres algo verdadero entre los restos.
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Manifiesto literario – La saga de SINAR
Por Miguel Ángel Pozo
Sinar no es un decorado. Es una herida abierta.
No escribo sobre la antigua Babilonia para jugar con su exotismo, ni para disfrazar mitologías antiguas con ropajes modernos. Sinar no es una saga de aventuras. Es un descenso. Una fractura. Un combate entre el Dios altísimo y los dioses del mundo, esos que aún exigen sacrificios y devoran identidades. Aquí no hay villanos de cartón ni héroes con fórmulas. Hay sangre en la arena, hay barro en los altares. Las voces que habitan estas páginas no están hechas para confirmar creencias: están hechas para quebrarlas, para rasgar los velos de religiones domesticadas. No es teología disfrazada de novela, ni novela disfrazada de sermón. Es literatura espiritual desde el barro y la guerra, más cerca de un salmo escrito con los nudillos rotos que de una homilía bien editada.
Esta saga no busca ser aceptada. Busca ser leída. Y, si es leída, no podrá ser olvidada. Porque no le habla a la mente complacida del lector moderno. Le habla al alma antigua que aún recuerda. A ese eco que vive bajo las formas, las doctrinas y las instituciones. A ese grito enterrado en el polvo, donde la Verdad no pide permiso.