¿A qué esperas?
La sociedad nos enseña a ver los hijos como una carga que limita el disfrute personal. Sin embargo, el primer mandamiento que Dios dio al hombre fue claro: ‘Sed fecundos y multiplicaos’. Tener hijos es parte esencial del diseño divino, no una opción secundaria. Como iglesia, debemos guiar a nuestros jóvenes a entender que formar una familia es parte del propósito para el que fueron creados, no una barrera al éxito o al disfrute.